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Mar de piedra
Este lugar me abrumó con su belleza inesperada. Fue una experiencia inmersiva, un patio de juego, un viaje en el tiempo, un encuentro cercano con la Tierra. Lo atravesé con la sensación de estar en un mar en el que la espuma se había hecho piedra. Un mar embravecido y quieto. Quizás no esté quieto en otras escalas de tiempo mayores: un mar revuelto en el medio de los Andes. Tal vez tampoco sea de piedra sino de naufragios.
Me llevó tiempo ponerme a trabajar con estas imágenes y lo que resonaba de ellas en mí. Aquietar olas que siguen rompiendo en las orillas del recuerdo. Necesitaba tomar distancia de aquel día. Necesitaba perderle un poco el respeto a ese mar avasallante.
Caminé por la marejada de un mar lento.
B&W
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